sábado, 9 de junio de 2012

Dejar el Sur


Hace una hora y media me subí al micro para volver a La Plata. Hace una hora y media me despedí de mi casa, la vi por última vez.
Mi mamá se va a vivir a Buenos Aires y por más felicidad que eso me produzca (hace un tiempo que su proyecto es volver a la gran ciudad, y además la voy a tener más cerca) debo admitir que está mi parte sureña, de niña que se despide de la casa que la vio crecer y convertirse en mujer, que hace dos horas pedía a gritos quedarse un rato más.
Es difícil poner en palabras lo que sentí  al guardar mi infancia y adolescencia en cajas. Hubo sentimientos encontrados, una inmensa felicidad al entender que el  final de esta etapa trae un nuevo comienzo, pero también tristeza al dejar atrás todo lo que de una u otra manera me ayudó a convertirme en lo que soy.
El sur me dio una familia y unas amigas de fierro, un montón de gente que quiero y miles de recuerdos. Pero también me quitó, me quitó gente que quise quiero y querré siempre. Y creo que esto más que el sur es la vida, me tocó ser feliz y sufrir en el sur. Acompañada, siempre acompañada.
Trelew quiere decir Pueblo de Luis. Luis se llamaba mi papá , mi papá se murió en Trelew. Las vueltas de la vida.
Alejarse de eso.  Esa casa me vió crecer, pero lo vió morir. Por eso es que yo siempre que tengo sueños familiares están situados en la casa anterior. También entiendo que si para mi fue difícil embalar mis recuerdos de veinte años, a mi madre, embalar una vida le debe haber costado el doble.
Crecer es ponerse en lugar del otro. Entender el por qué de esas cosas que en su momento no entendimos. Perdonar.
Crecer es darme cuenta que elegí una carrera que no tenía mucho que ver conmigo, porque quería desprenderme de una comparación, no quería estudiar periodismo por miedo a que me comparen con mi padre o que me digan que me copié de su carrera (igual podría haber elegido, no se, astronomía, para que no me digan ‘ay, abogacía, como tu hermana!) La realidad es que el periodismo lo llevo en la sangre, siempre pregunté, siempre escribí, y siempre me dijeron que soy igual a mi papá.
Empecé esto hablando de dejar el nido, lo empecé llorando por lo que dejaba. Es ahora, cuando se me aclara el camino, y me doy cuenta que con este viaje cierro una etapa importantísima en mi vida, pero a esta nueva que se abre van a venir conmigo todos esos recuerdos  y todas las personas que me formaron, ayudaron y enseñaron a ser lo que quiero ser. Me estoy riendo.